La obligatoriedad de llevar mascarillas nos supone que nuestro aliento nos afecte a nuestro propio olfato. Por ello, es importante que sepamos qué puede provocarlo. Generalmente obedece a un descuido en la higiene bucal, pero también puede ser motivado por otras patologías.
La acumulación de sarro, genera un incremento de las bacterias que son las que producen el mal olor, también la colocación de piercings en la lengua y lo más frecuente, caries al descubierto.
También a la hora de valorar hay situaciones muy relacionadas con el problema de la halitosis.
El cáncer de pulmón, la bronquitis, las hernias especialmente la de hiato pueden ser generadoras de este problema.
Conviene por ello no desestimar que, tras un mal aliento podría estar enmascarado una problemática más seria.
Generar poca saliva también aumenta el inconveniente. Sumaremos hábitos externos, el tabaco, el alcohol, café o alimentos como la cebolla, el ajo, etc…
La falta de higiene bucal es el principal factor a tener en cuenta. Es importante que tras cada comida nos limpiemos los dientes y con cuidado las encías.
Usa un colutorio, para mejorar la limpieza al llegar a zonas más inaccesibles. También los caramelos de menta pueden ser un buen recurso.